La Codoñera, a un paso de Casa Rural El Corral de Valero en Teruel.
La localidad de la Codoñera se halla situada en el valle del rio Mezquín a escasos 16 kilómetros de Casa Rural El Corral de Valero en Valdealgorfa y muy cerca de Alcañiz, capital del Bajo Aragón en Teruel. En la actualidad su población se ha reducido hasta poco más de 300 habitantes siendo la agricultura y la ganadería sus principales recursos.
Recorrer sus calles es palpar su lengua propia, la amabilidad y sencillez de sus gentes y el variado y rico patrimonio monumental y etnológico. Además, su proximidad al “Barranc Fondo”, unos de los recursos naturales más espectaculares del Bajo Aragón invitan a dar un paseo y a adentrarnos en la naturaleza.
¿Te vienes?
Dejamos el coche en la plaza de la localidad. Nada más aparcar el olor a pan de la panadería Ibañez, nos invita a iniciar el recorrido por la calle de la Iglesia. Adentrarnos en su horno y degustar alguna de sus variedades de dulces como las exquisitas tortas de alma elaboradas de un modo artesanal con receta tradicional reavivan nuestros sentidos y ejercen de natural hilo conductor.
Después de realizar este alto en el camino llegamos al ayuntamiento. Se trata de un magnífico edifico renacentista con predominio de la piedra sillar y la mampostería construido a finales del siglo XVI por Esteban y Juan Salbre, los dos maestros canteros. Destaca la fachada dividida en tres plantas, las cuales se hallan delimitadas por molduras. Éste posee una gran portada abierta en arco de medio punto en la primera planta sobre la cual aparece el escudo de la población, inconfundible por el membrillo, fruto que da nombre a la población. En la planta noble se abren grandes ventanales y en la planta superior resurge con fuerza su galería de arcos corridos al estilo aragonés. ¿A que este edificio os recuerda a algún otro de similares características en la comarca? En efecto, se trata de una galería que imita a la de la casa consistorial de Alcañiz, tras la independencia de la villa de la capital del Bajo Aragón, ya que así lo especificaban los títulos de la capitulación. Este edificio, que se halla integrado en la ruta de las “Casas Consistoriales del Bajo Aragón”, sigue siendo en la actualidad centro de reunión de los codoñeranos, pues su interior alberga el club social o casa de cultura.
Sobrecogidos por la magnitud del ayuntamiento y junto a él, nos encontramos con otro gran edificio de la población, la iglesia parroquial de La Asunción. Se trata de una obra barroca en la que se pueden observar con facilidad, varios estilos y etapas constructivas.
En el exterior destacan sobre todo la portada y la torre. La portada se abre en el lado izquierdo mirando hacia el altar y está recogida por un porche o pórtico.
La torre, elevada a los pies de la iglesia llama la atención, además de por sus dimensiones, porque no coincide con la fachada e incluso se halla desplazada del eje longitudinal del templo. En su interior se conserva una pintura mural dedicada a San Pedro Arbués, en la capilla situada junto al altar.
Sin abandonar el casco urbano, después de haber visitado dos edificios declarados Bien de Interés Cultural, merece la pena acercarse al lavadero. Es una obra de considerable valor etnológico, construido con forma en U, y tejados que lo recubren. Posee dos pozas de agua, una para el enjabonado y otra para el aclarado, unidas por un canalillo. Entre medio de las columnas, unas prácticas barandillas, hoy de metal pero en su día de madera, servirían para el secado de la ropa. Sin duda, una de las obras hidráulicas mejor conservadas del Bajo Aragón.
Abandonamos el casco urbano de la localidad y andamos unos cinco minutos para realizar una visita a la Capilla de Nuestra Señora del Loreto, ermita barroca del último tercio del siglo XVIII. Sobrecoge sobre todo en la visita a su interior su gran cúpula sobre tambor y la decoración en panes de oro.
En lo alto de una colina, en las proximidades de la localidad se halla la ermita dedicada a Santa Bárbara, construcción del XVIII sobre una obra anterior y junto a un yacimiento íbero que bien merece la pena su visita. La ermita ejerce de anfitriona y su ubicación nos ofrece unas espectaculares vistas del entorno.
Pero si queremos disfrutar de un paseo por la naturaleza, el “Barranc Fondo” es una alternativa perfecta. Montamos en el coche y tras diez minutos de recorrido por el camino que conduce a Belmonte, llegamos al acceso del Barranc. Una combinación de exuberante naturaleza nos invade por completo. De repente, el Molí Siscar, un importante molino harinero, hoy cubierto por la vegetación, evidencia la importancia que tuvo antaño el agua para usos plenamente industriales como la molienda del cereal.
Una vez dentro del Barranc, y si tenemos tiempo, es recomendable continuar el curso del pequeño sendero. Si no es así, deberemos regresar sobre nuestros pasos y volver al coche, con el gran sabor de boca de saber que hemos estado caminando por uno de los recursos naturales más espectaculares del Bajo Aragón de Teruel.
Ahora solo queda que vengas a hacer esta excursión; ¿te apuntas?