“Carnaval, la fiesta carnal»
Manifestaciones en el Bajo Aragón Histórico
La festividad de carnaval es la fiesta más loca y divertida de nuestro calendario anual, donde la risa el baile o los distintos festejos lo inundan todo. Quedan anuladas las jerarquías sociales y el anonimato que propician los disfraces, permite que afloren los deseos y pasiones reprimidas durante todo el año. Así, la complicidad de las máscaras y atuendos, generalmente confeccionados con las cosas más inverosímiles y que se tienen a mano en casa, hacen que sea más fácil llevar a cabo fechorías y cosas inusuales o irracionales.
Desde Casa Rural el Corral de Valero, queremos que vengáis a celebrar la fiesta de las “carnestolendas” con nosotros y haceros partícipes de ella, ya que son numerosas las actividades en distintas localidades de todo el Bajo Aragón en la provincia de Teruel.
Pero antes de entrar en detalle, ¿os suenan las palabras “carnestolendas” o “carnestoltes”? ¿Sabéis qué es el carnaval y por qué se denomina de esta manera?
El carnaval es el periodo festivo que precede a la cuaresma, que es el tiempo litúrgico de preparación de la Semana Santa. Se celebra en gran parte de Europa y en especial en las áreas en las que la religión católica es la mayoritaria del país. Ni su duración ni tampoco su inicio se ajustan a normas fijas en Aragón. Mientras que en algunos lugares los festejos se desarrollaban los tres días que precedían al miércoles de ceniza, en otros comenzaban el jueves anterior o jueves lardero.
El nombre procede de la expresión latina “carne levare” que significa (abandonar la carne) no en vano es la última vez que se podrá consumir carne o acceder a los placeres carnales, ya que pronto comienza la cuaresma.
De este modo parece que se trata de una celebración del todo enraizada y arraigada en la tradición católica, pero nada más lejos de la realidad. Tenemos información de las importantes fiestas que organizaban en Mesopotamia con motivo del equinoccio de primavera respecto del triunfo de la luz sobre las tinieblas. También la antigua Grecia, con festejos dedicados a Dionisos, el dios del vino, o las festividades de las “leneas”. Pero sobre todo destacaban las “antesterias” para conmemorar el paso del invierno al verano, en las que durante tres días se bebía vino hasta la embriaguez y se realizaba una procesión en la que se representaba a Dionisos montado en un barco acompañado por una multitud de personajes enmascarados. Os suena ¿verdad?
En Roma se celebraban las “saturnales” en diciembre. En ellas, los hombres se consideraban iguales, y mientras duraban las celebraciones los esclavos se veían liberados de sus obligaciones.
En las “calendas” de enero se llevaban a cabo mascaradas y en febrero se celebraban las “lupercales” con ritos de
purificación y fecundación de origen remoto, algunos de ellos relacionados con la protección del ganado. Jóvenes ataviados con pieles y consagrados al dios de la naturaleza Fauno, perseguían a las mujeres armados con látigos realizados con tiras de cuero. Creo que en la localidad pirenaica de Bielsa saben bastante de eso, y si no, solo tenéis que ir a ver sus carnavales de febrero. Pero cuidado con las “Trangas”, que os perseguirán hasta la extenuación para dar con vosotros.
Parece claro que no solo se trata de una festividad religiosa sino que su verdadero origen proviene de rituales de origen pagano (“pagus” los que viven en la población rural) las cuales trataron de erradicarse durante la Edad Media. Así el carnaval propiamente dicho surge por la reordenación de los periodos litúrgicos cristianos, los cuales asimilan las distintas festividades de raigambre pagana. Pero sobre todo, el carnaval, unido a los ritos y ciclos de la naturaleza, se halla también ligado al despertar de ésta y a la llegada de la primavera.
Un personaje carnavalesco que se repite en el Bajo Aragón es el “higui” o “tio de la higueta”. Se trataba de un hombre disfrazado con un saco que llevaba una caña con una higa seca colgando y que los chiquillos intentan coger con la boca sin ayuda de las manos. Esta fiesta y la higa colgada de la caña, poseían una importante connotación sexual representando el deseo de los mozos y más pequeños por iniciarse en el sexo, hasta entonces en posesión de los más mayores.
Otra celebración común en las localidades bajoaragonesas en los días de carnaval y que representaba ese tránsito o cambio de estación del invierno a la primavera eran las “enfarinadas” en las que los hombres llevaban un talego con harina o ceniza que esparcían simulando la siembra, como presagio del tránsito del invierno a la primavera y por tanto al inicio de las labores agrícolas.
En Aguaviva se les denominaba “figueros”. Este hombre salía disfrazado en Alcañiz, Caspe, Aguaviva, Cretas, La Codoñera, Berge y Vaderrobres.
En esta misma dirección y simbología y a modo de broma colectiva, en localidades como Berge o Urrea de Gaen, ante un descuido de los labradores, cualquiera del pueblo les sacaba los aperos de labranza los cuales quedaban por todas las calles del pueblo durante todos los carnavales. También en Calaceite se simulaba que se labraban las calles en un rito que simbolizaba el final del ciclo del invierno y la llegada de la fertilidad y por ende de la primavera.
Y como ya llevamos muchos días de carnaval, ahora toca purificarse de manera colectiva, redimir las penas y estar preparados para recibir la entrada de la cuaresma. Para llevar a cabo esta acción se creaba la figura del “pelele” que hoy todavía se halla extendida por todo Aragón. Esta figura, generalmente un muñeco de paja vestido con ropas viejas o ridículas, en ocasiones se hallaba también provisto de hortalizas u otras cosas que recreaban sus órganos sexuales. Se solía construir al inicio de la fiesta y presidía casi todos los actos. Se le conoce con distintos nombres (Cornelio Zorrilla, Pedro, Muyen) pero aquí en el Bajo Aragón Histórico destacan los “Martos” de Ariño, con “Marta”, “Marto” y “Martito”, con los órganos sexuales bien marcados.
Al final de la fiesta, generalmente el personaje era juzgado por las culpas, los delitos y las fechorías que había cometido durante el año y finalmente condenado a muerte y muchas veces quemado en la hoguera del fuego purificador.
Pero lo que no os podéis perder en estos carnavales si estáis alojados en nuestra casa, es la fiesta del jueves lardero, o del “Choricer” o “choricé” en la segunda quincena de febrero y que da inicio al carnaval.
Se celebra en Caspe, Cañizar, Castelserás, Valjunquera, Alcañiz, Torrecilla de Alcañiz o Calanda entre otros. El origen tradicional de la fiesta habla de que ésta originariamente pertenecía a los niños, donde los adultos no participaban. Éstos iban a comer al campo un trozo de chorizo que representaba la virilidad y que era más grande si era más grande el niño, tomando como medida la longitud de la mano, por lo que era habitual que días antes, los niños tratasen de estirarse los dedos para tener la mano más larga y así más “choricé” que sus compañeros.
En la actualidad, se trata de una fiesta en la que participan todas las personas de las localidades, en la que toman protagonismo los bocadillos calientes de pan con longaniza y chorizo. No en vano bien venido es el dicho de “jueves lardero, longaniza en el puchero”
Pero si había un lugar de celebración especial, ese es Mas de las Matas. Allí, el día de jueves lardero se denominaba también “jueves arcillero”, ya que el pueblo se sembraba de platos y tinajas en mal estado que los niños destrozaban. Era común el juego de la “olleta” en el que se pasaba de uno a uno un recipiente de barro hasta que se le caía a alguien y se hacía añicos.
En la actualidad, es la celebración del “choricer” la más extendida y enraizada en las distintas localidades de todo el Bajo Aragón turolense, significando un día de fiesta muy importante en el calendario local.
Las familias o los grupos de amigos salen al campo, para disfrutar de viandas en forma de productos cárnicos; longanizas, chorizos, chorizos blancos y rojos, morcillas, panceta o las populares “bolletas del choricer” en Alcañiz que se asan a la brasa.
Se trata sin duda de un gran día festivo, que si estáis alojados en nuestra casa, no os podéis perder.
¿Nos acompañáis?